martes, 25 de noviembre de 2014

CARTA ABIERTA A MIS PAISANOS DE TRIGUEROS

 Ya en los tiempos remotos y clásicos del insigne Pericles, el más romántico de los filósofos griegos, Platón, decía, en su magna obra “La Republica” ( ¡Título precursor: la cosa pública!), que la más noble de las actividades que podía desarrollar el ser humano era la política. Política es el servicio sacrificado y desinteresado a los intereses generalesde la comunidad, al bien común. No tienen nada que ver con la política las manipulaciones del bipartidismo gobernante  en esta España desde el año 1978, cuyos aparatos son simples lacayos mafiosos del capital financiero y de rapiña internacional.
 
  En los primeros ocho años después del fin de la sangrienta dictadura, yo tuve el honor de ser instituido como representante de este pueblo de Trigueros para gestionar y defender sus necesidades e intereses, (el mérito no fue mío, sino de esa gran mayoría de paisanos que me eligieron). Lo fui junto con un equipo de gobierno del cual yo no era más que “primus inter pares” (el primero entre iguales). A partir de entonces, me impuse dos prioridades: transformar la situación de la gente común, que se sentían siervos del franquismo, en ciudadanos con todos los derechos democráticos. Y la educación a través del ejemplo: gasto publico escrupuloso, ni una peseta en gasto de representación, cero en facturas de restaurantes y otros ocios, ni una sola contratación de parientes o amigos, etc. Todos los servicios municipalizados, incluidas las obras, y todos los créditos necesarios de la banca pública, a intereses rentables para nosotros. Como final DEUDA CERO. Hubo algunos fallos y claroscuros, como en toda obra humana, pero todo se
hizo siguiendo los dictados de mi conciencia, y las enseñanzas de la lucha de los comunistas desde el siglo XIX en todo el mundo, en favor de los más pobres y más necesitados.
 
  Llegó el traumático referéndum de la OTAN y se rompió definitivamente la unidad de acción de la entonces mal llamada izquierda. Y empezó la larga travesía del desierto. Los nuevos munícipes triguereños, los “otanistas”, acometieron sin pausa una deconstrucción sistemática de toda nuestra labor: se impuso el clientelismo, la asignación a dedo de puestos de trabajos a parientes y miembros del clan, antesala de la corrupción, el despilfarro de las arcas públicas, los contratos con empresas externas y amigas, con beneficios escandalosos para ellas, las comilonas, los lujos con pólvora ajena, las obras faraónicas (teatro, piscina, etc.), con costes dobles de lo presupuestado, deudas escalofriantes, (todas sin pagar, incluso la de los proveedores), etc. Resultado: dejar una corporación con déficit astronómico para los sucesores. En el colmo de la frivolidad, rebajaron, a petición propia, la categoría administrativa del ayuntamiento, pasándolo de segunda a tercera categoría, maniobra indigna y gravemente lesiva contra los ingresos y la economía municipales durante tiempo indefinido.
 
  Para ponerle frente a estos desmanes, hace tres años ustedes eligieron a un nuevo equipo de gobierno, sabiendo que encarnaban las mismas ideas y los mismos principios que expresé al principio, iniciando así un Renacimiento del que nos sentimos muy orgullosos y que es igualmente obra y mérito vuestro. Aunque la pormenorización de esta época os la ofrecerá en breve, con más autoridad que la mía, nuestra Sra. Alcalde, permitidme que os comunique a grandes rasgos, las líneas más importantes, que, a mi juicio, se han conseguido o están en vía de consecución. Como base, se ha erradicado, de raíz y desde el primer día, el clientelismo y todo atisbo de corrupción. Se ha profundizado la democracia, ampliando la participación ciudadana y la transparencia institucional, se ha dado un impulso decisivo a las áreas, cruciales para el bienestar de los ciudadanos, de asistencia social, cultura popular, aseo ecológico de las calles de la población, etc. Se han puesto los cimientos de una política agraria que dará en breve sus frutos. Se ha ampliado el patrimonio municipal, con, entre otras, la adquisición del segundo monumento artístico de la villa, el colegio de Santa Catalina (La Campana). Y todo ello limpiando las deudas, pagándole a los proveedores, racionalizando las deudas bancarias, antes insostenibles, y consiguiendo unos presupuestos anuales con déficit CERO. Es cierto que no se ha podido efectuar, por imperativo legal, todo el gasto público que quisiéramos, por una barrera impuesta que estamos luchando ferozmente en toda España por derribar. Se trata de que. mediante una conversación telefónica de tres minutos, hace tres años, entre Rajoy y Zapatero, acordaron nada menos que modificar la Constitución, para poner un techo de gasto en los presupuestos y dedicar los posibles ingresos sobrantes (que en nuestro caso es así) íntegramente a pagar la sacrosanta deuda bancaria,
aunque la gente se muera de hambre. Cuando consigamos que lo deroguen, ese dinero ahorrado con sangre, sudor y lágrimas, se invertirá en mejorar el bienestar de nuestra ciudadanía. 
 
  Y no os canso más. Los que estéis de acuerdo con estas ideas, por favor, apoyadlas, y los que no, combatidlas. Pero os pido que nadie se quede indiferente, porque, en estos momentos transcendentales, se está jugando el futuro de nuestras vidas.
 
 
 
  Os envío un abrazo de alguien que mucho os quiere.
 
                                            Manuel Peñate Núñez.

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